Jesús es el Cordero de Dios, y también es el León
de Judá. El libro del Apocalipsis habla
de la “ira del Cordero” (Ap 6:16).
No nos confundamos, mansedumbre no quiere decir debilidad ni
permisividad. El Cordero es el León. Tarde o temprano compareceremos ante él. Esforcémonos para escuchar las palabras, “Hiciste bien, siervo bueno
y fiel! Has sido fiel en lo poco; te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a
compartir la felicidad de tu señor!”(Mt 25:21, 23).
¡No bajemos la guardia!
¡Mantengamos la integridad del templo y de nuestros cuerpos!